lunes, 17 de diciembre de 2007

Bulla

Al Museu Nacional d'Arqueologia de Catalunya, i al Museu Nacional Arqueològic de Tarrargona, KuanUm! fa el taller d'Ornamenta, un espai en el qual grans i petits aprenen coses sobre la ornamentació personal d'època romana i fabriquen la seva pròpia bul·la.







Un buen ejemplo de reconstrucción histórica.
El joyero francés Jean-Louis Taly, especialista en joyería
romana fabrica bullae,como la de la imagen superior y
otros tipos de joyas. Aprovechamos para enviar un saludo a Jean-Louis y a toda la ¡estupenda familia Taly!

KuanUm! viene realizando para el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona i el Museu Nacional d'Arquelogia de Catalunya, un taller que acerca a sus participantes, a través de la vista, el tacto, la imaginación y la destreza, al mundo del aderezo personal de los hombres y mujeres de época romana. Aunque los romanos primitivos eran parcos en su ornamentación personal, andando el tiempo los adornos fueron proliferando.
Sabías que....
  • Nuestra costumbre de llevar el anillo en el dedo anular o cordial es muy probable que se la debamos a los romanos. San Isidoro explica que era así porque desde éste dedo llega una vena hasta el corazón, por lo que se creyó conveniente adornarla con algún distintivo (Etimologías, 19, 32, 2)

  • Algunos romanos tenían anillos de invierno y otros más ligeros de verano (así lo explican los amigos Juvenal y Marcial)

  • Tanto griegos como romanos apreciaban las pulseras que simulaban serpientes. El poeta Sexto Propertio hace mención de como las romanas de su tiempo tenían verdadera pasión por estas alhajas, y a veces no dejaban sin ellas otra parte del brazo más que los codos: "Tu quoque ut auratos gereres, Eriphyla, lacertos".
  • Un elemento importante en el vestido era la fíbula, un alfiler o imperdible de seguridad que se usaba para asir los vestidos. Algunas eran muy lujosas. El nombre de fibula está relacionado con la palabra figere, "clavar, sujetar". Una forma diminutiva es fibella, o sea, hebilla.

  • Las piedras preciosas desempeñaron un papel muy importante en tres aspectos: 1, como ornamentos; 2, como talismanes y terapéuticos, y 3, como sellos o cuños ensartados en collares o engarzados en los anillos.

  • Plinio nos explica en su "Naturalis Historia" dos recetas eficacísimas: 1, para hacer desaparecer el hipo: pasar el anillo de la mano izquierda al dedo más largo de la derecha y poner la mano dentro de agua hirviendo (!); 2, para curar la conjuntivitis: se introducen anillos de hierro y de oro en un recipiente de vidrio en el cual se ha colocado una capa de tierra bajo un lagarto ciego. Se cierra el recipiente y cuando el animal recupera la vista, se deja libre. Los anillos que allí se guardaban curarán los ojos (lo difícil será conseguir el lagarto ciego, por cierto, especie protegida en nuestro país).
  • Los anillos se guardaban en la DACTYLOTHECA. Marcial recoge una inscripción labrada en una cajita de éstas: “Saepe gravis digitis elabitur anulus unctis,tuta mea fiet sed tua gema”, que viene a decir más o menos: "A menudo resbala de mis dedos el pesado anillo, pero contigo, cajita, estarán seguras siempre mis gemas"

Si quieres conocer éstos y otros secretos, acércate por el Museo. Allí podrás realizar tu propia bulla.

¿Y qué es la bulla? Una cápsula de metal, habitualmente de forma redonda o lenticular, de 10 a 65 mm. de diámetro, compuesta de dos placas cóncavas adheridas entre sí por los bordes con una pieza elástica de metal. Su concavidad se rellenaba de algunas substancias especiales a las que se atribuían ciertas virtudes. Se colgaba del cuello y se lucía en el pecho siendo visible sobre el vestido.

Los hijos de los patricios la llevaban de oro, los de plebeyos o libertos, de metal inferior (plata, cobre, bronce, ...), e incluso de cuero (scortea). A veces en la bulla se inscribía el nombre del usuario. En una bulla de las encontradas en la excavación arqueológica de la necrópolis de la plaza de la Villa de Madrid de Barcelona, se detectó la presencia de ¡flores de vid!.

La bulla, que se imponía al niño a la vez que el nombre, el día octavo después de su nacimiento, era el primer regalo que el padre hacía a su hijo (no hace muchos años, a los recién nacidos se les regalaban medallas y escapularios). El niño se la quitaba alrededor de los 17 años, juntamente con la toga pretexta. Al dejarla, la consagraba a Hércules o a los dioses Lares. También la llevaban las jóvenes hasta la víspera de su matrimonio, o hasta cierta edad, no precisada, si tardaban en casarse, y al deponerla la ofrecían a Juno. Todos estos datos los conocemos por la literatura, la epigrafía, la arqueología o la iconografía, ¡estamos de suerte!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Comparte tus ideas!