viernes, 30 de noviembre de 2012

UN ANILLO PODEROSO


Aprovechando que estamos por estas tierras con nuestro Alimentum, no queríamos dejar pasar el momento para explicar una singular pieza de las antiguas colecciones extraídas, en vida de Javier Cortes, de la villa romana de La Olmeda. De estas excavaciones proviene uno de los objetos que más nos ha llamado la atención siempre: el supuesto anillo de Abraxas.
Sortija con Abraxas. Museo de Saldaña. 
Foto KuanUm!
Esta sortija de bronce  se halló en una tumba de la necrópolis Sur del yacimiento.  Lleva cabeza de pájaro y otros atributos propios de esta divinidad, representando la Providencia, La Fuerza, la Razón y, quizás, alusiones a los planetas.

Esta sortija se ha datado en la época de esplendor priscilianista (no olvidemos que, todavía en el siglo VI, un arzobispo de Toledo, Montano, recrimina al obispo de Palencia por el priscilianismo de sus feligreses), y de ser real esta atribución, aunque actualmente parece estar puesta en tela de juicio, estaría indicando el éxito de esa doctrina también entre los habitantes de La Olmeda.        Dice el oráculo Wikypédico que la palabra Abraxas (o Abrasax o Abracax, del griego βραξας) era un término que se grababa en ciertas piedras antiguas, llamadas Piedras Abraxas, y que las sectas gnósticas solían usar como talismán

Se creía que Abraxas era el nombre de un dios que representaba el Bien y el Mal, un dios y deidad adorada y un demonio y daimon temido en una única existencia

Este término fue usado por los Basilideanos, una secta gnóstica del siglo II, para nombrar al ser supremo o dios que ellos adoraban. 

Abraxas fue también considerado un dios egipcio y un demonio. Es probable que la mística palabra abracadabra fuera derivada de tal nombre, aunque existen algunas otras explicaciones al respecto.
La secta gnóstica que nos ocupa, creía que la tierra había sido creada por él. Pensaban, de igual forma, que su nombre encerraba grandes misterios debido en parte al hecho de que las siete letras griegas que lo componen (βραξας) suman un total de 365, la cifra de los días del año. Se creía, además, que comandaba a sólo 3 dioses, cada uno de ellos poseedor de una virtud, también se sabe que era adorado por loscainitas. Sus adeptos aseguran que en sus manifestaciones suele ser amable y piadoso con aquellas personas a quien considera buenas y despiadado con aquellas a quien el considera malas. Por otro lado, los mitologistas antiguos colocaban a Abraxas entre los dioses egipcios, y algunos demonólogos lo suelen citar como un demonio con la cabeza de un rey o de un gallo y con serpientes en lugar de piernas (el Anguípedo). Ha sido representado en amuletos (que los Basilideanos solían llevar) portando un garrote en sus manos e incluyendo en ellos, a su vez, el número 365. Según los demonólogos se manifiesta de distintas formas, inscripciones en el suelo, paredes, puertas, y hasta en el cuerpo de quien lo invoca por ayuda. generalmente con símbolos y dibujos, rara vez entabla conversión con su víctima a quien no dejara hasta cumplirle su petición o deseo a menos que se lo pida, pero solo obedece a aquellas personas a quien considera buenas, si quien le ordena es una persona mala solo lograra enfurecerle.

Por otro lado, el priscilianismo fue la doctrina cristiana predicada por Prisciliano en el siglo IV, basada en los ideales de austeridad y pobreza. Sus enseñanzas fueron condenadas como herejía en el Concilio de Braga, en el año 563. Anteriormente fue discutido en el Primer Concilio de Toledo, en el año 400.
Además de instar a la Iglesia a abandonar la opulencia y las riquezas para volver a unirse con los pobres, el priscilianismo como hecho destacado en el terreno social condenaba la institución de la esclavitud y concedía una gran libertad e importancia a la mujer, abriendo las puertas de los templos a las féminas como participantes activas. Así la primera de la que se conservan textos escritos en latín es Egeriamonja galaica priscilianista que vivió en torno al 381.

El priscilianismo recomendó la abstinencia de alcohol y el celibato, como un capítulo más del ascetismo, pero no prohibió el matrimonio de monjes ni clérigos, utilizó el baile como parte de la liturgia y se negó a condenar algunos apócrifos y seudoepigráficos prohibidos como el Libro de Henoc, que interpretaba en forma alegórica.

Los detractores de Prisciliano y sus ideas lo han acusado de múltiples pecados e impiedades, como que negaba el dogma de la Trinidad y defendía una concepción unitaria. Dicen que afirmaba que los ángeles y las almas humanas eran, en esencia, de la misma sustancia que Dios. Afirman además, que negaba la encarnación del Verbo, atribuyendo a Jesús un cuerpo sólo aparente.

Prisciliano fundó una escuela ascética, rigorista, de talante libertario, precursora del movimiento monacal, y opuesta a la creciente opulencia de la jerarquía eclesiástica imperante en el siglo IV. Los aspectos más polémicos, en cuestiones formales, son el nombramiento de «maestros» o «doctores» a laicos, la presencia de mujeres en las reuniones de lectura y su marcado carácter ascético.

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