Los estudios sobre el convivium romano se han centrado tradicionalmente en la evidencia llteraria, artística y arquitectónica de dicho evento. Como tal, nuestra comprensión de la cena romana se halla totalmente sesgada hacia la visión de la élite, debido a que esa clase social es la que proporciona la mayor parte de la información disponible. En la actualidad, no existen estudios que utilicen un enfoque basado en los propios materiales arqueológicos en el que los propios útiles de servicio proporcionen información sobre la mecánica de las comidas sociales, por otra parte tan importantes para la cohesión social en Roma.
Esto ha cambiado desde la publicación este pasado mes de octubre del artículo de HUDSON, Nicholas, F. titulado ”Changing places. The Archaeology of the Roman Convivium” American Journal of Archaeology, Num. 114.4, pp- 663-695.
Reconstrucción de un conuiuium por parte del grupo Phoenix en Cambrils (Tarragona)
En este estudio se presenta un análisis de doce servicios de mesa romanos, que identifican, según su autor, los patrones de los diferentes grupos de cerámica de servicio a los que se pueden aplicar diferentes posibilidades funcionales a partir de las evidencias literarias y artísticas. Los resultados del análisis se contextualizan usando la evidencia primaria literaria, artística y arquitectónica para la interpretación del comportamiento en las diferentes tradiciones de la cena. El autor identifica dos tradiciones divergentes, la primera que llama “cena de estatus” en la que se confirma el modelo establecido de cena de representación social, que se centra en el servicio individual de modo que los límites de rango social se mantienen en la mesa. El segundo grupo hace hincapié en el uso compartido de la cerámica de servicio: se trata de la introducción de un nuevo estilo de cena en el mundo romano que el autor llama “cena convivial” (de la que pensamos que se puede situar en los orígenes de la comunión cristiana y en el inicio de la comensalidad compartida medieval). Los modelos de cena se colocan en sus respectivos contextos históricos y sociales, y el autor lanza la hipótesis de que el inicio de esta clase de convivialidad hay que buscarla en una respuesta a la disminución de la identidad social de la sub-élite tardorromana de finales del siglo III y el crecimiento del cristianismo en el siglo IV.
Aunque el estudio se halla muy centrado en la parte oriental del Mediterraneo (solo tres ejemplos entre Italia y Europa Central y ninguno de Occidente) pensamos que se trata de un intento muy meritorio y valiente de analizar el convivium, sus diferencias internas y su evolución. Felicidades Mr. Hudson.
Escena de banquete en un stibadium de la Tumba del Banquete, Constanza, mediados del siglo IV (cortesia de A. Barbet para AJA )
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