viernes, 3 de septiembre de 2010

Una rosa es una rosa: de nuevo las flores en el plato

Hoy, el Periódico, nos regalaba un pequeño artículo del escritor y periodista J.M. Fonalleras, "una rosa es una rosa", que reproducimos a continuación. El artículo nos ha hecho añorar nuestro taller (http://kuanum.blogspot.com/2008/05/aguas-claras-flores-deliciosas.html) en el que por únicos manjares degustábamos flores y algas, abogando por el uso de éstos sencillos y valiosos vegetales en nuestra dieta habitual.

Antes de todo, vaya un poema de Ronsard:

La Caléndula.

Jamás una comida me resultó agradable

si tu hermoso botón no perfumó la mesa

las verduras, el pan, la casa toda

en lo más bellos meses de la estación florida.


En su consumo nos inició la abuela Juana Antonia, que hace muchos años, en nuestra niñez, añadía con alegría festiva a su potaje de judías pintas, las deseadas flores de calabacín, cuando,  ¡por fin!,  llegaba la temporada. Años después, degustábamos en Nápoles, de la mano de nuestra querida amiga Gemma Colessanti,  las deliciosas pizzas con fiore di zucca, mientras que en casa preparábamos las flores rebozadas y rellenas con queso fresco, gambas, etc. y amalgamábamos tortillas de pétalos diversos.

Hoy, las flores se pueden conseguir, con cierta facilidad, en los mercados, pues horticultores avezados iniciaron su cultivo con fines de consumo, pero como siempre, nuestros poderes públicos amenazan con actitudes inadecuadas, .... venga, leamos el artículo de marras:


Una rosa es una rosa
J.M. Fonalleras
El Periódico, Viernes, 3 de septiembre del 2010
http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/20100903/una-rosa-una-rosa/465448.shtml

"He comido, en el restaurante La Calèndula, croquetas de caléndulas. Y pétalos de rosas, flores de calabacín y jalea de violetas. Y he tomado una cerveza elaborada por ellos mismos y que se llama Gala, de flores. Para digerir la cosa vegetal, más estambres y carpelos: una infusión de hinojo y calaminta menor. Es el menú que Iolanda Bustos ha preparado para protestar contra la iniciativa de la Agència de Protecció de la Salut que instó al horticultor Josep Pàmies a dejar de comercializar flores destinadas a la cocina. Esta semana, ella y unos 30 cocineros más han apostado por introducir flores en la carta, más flores aún de las que habitualmente utilizan. Con su presión vegetal, por lo que parece, y gracias a una rectificación sensata, han logrado que el asunto haya sido solo un susto administrativo.

Mucha gente puede pensar que se trata de una cuestión menor y que, ante una hamburguesa con patatas fritas, kétchup y mostaza, no importa que las flores hayan estado a punto de ser desterradas de nuestra dieta. Gertrude Stein ya dijo que rose is a rose is a rose is a rose, y no seré yo quien le lleve la contraria. Además, quien haya comido fiore di zucca, rebozadas, crujientes, tiernas y dulcísimas, sabe que las flores no son solo olorosas u ornamentales, sino también un manjar suculento, sustancioso y nutritivo. La flor -no hay que olvidarlo- reúne y condensa dos ideas contradictorias y fructíferas en la contradicción: es inútil y a la vez necesaria".

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