HUESOS ANTIGUOS ... Y VIAJEROS
Nos acaba de llegar el libro escrito por Juan Antonio López Padilla titulado: Asta, hueso y marfil. Artefactos óseos de la Edad del Bronce en el Levante y Sureste de la Península Ibérica, número 9 de la serie mayor del Museo Arqueológico de Alicante.
Punzón y aguja hallados en San Antón y Laderas del Castillo (www.elargar.com) |
La publicación estudia los objetos de esos materiales osteodontoqueráticos en una extensa obra que analiza de forma muy pormenorizada su producción, difusión y uso durante la Edad del Bronce.
El material óseo fue empleado para muy diversas funciones. Por un lado contamos con los elementos usados como bienes de equipo para la producción de otros artefactos o procesos industriales. Por ejemplo, en el poblado de San Antón, donde se relacionan objetos de hueso identificados como alisadores, con la actividad de curtido de pieles.
Probable decoración de empuñadura de puñal. Illeta dels Banyets (www.elargar.com) |
El proceso de fabricación era relativamente complejo y empezaba con la elección del material:. una vez se había escogido la parte anatómica que mejor cuadraba a las necesidades del objeto, se sometía la materia prima a diversos procesos que incluía la fractura, el aserrado, la abrasión y el pulido.
Nos ha sorprendido la cantidad diferente de animales de los que se utilizaban los huesos para obtener herramientas. Sobre una muestra total de 1.378 objetos y descartando los indeterminados (25% aprox.) observamos que el mayor número corresponde a objetos realizados sobre huesos de ovicápridos (37% aprox.), le siguen los huesos de ciervo (10,11%), cuya determinación nos puede indicar una importante presencia del animal en esa zona de la Península a lo largo de la Edad del Bronce o bien un comercio a mayor distancia. Esta podría ser la razón por la que aparezca representado casi con el mismo porcentaje un animal africano: el elefante (9,97% o lo que es lo mismo: 138 objetos diferentes).
La presencia de fauna africana (aparece también hipopótamo, aunque de forma residual) nos indica la existencia de rutas marítimas establecidas que conllevarían fuertes y evidentes lazos comerciales entre el sur de la Península Ibérica y África, como mínimo, desde el Tercer Milenio antes de Cristo.
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