viernes, 11 de febrero de 2011

CONTRA EL VIENTO Y CON GLAMOUR: COMER EN EL ORIENT EXPRESS

La idea de crear un servicio de pasajeros que uniese Europa Occidental con el Sudoeste Asiático surgió de Georges Nagelmackers, creador de la francesa Compagnie Internationale des Wagons-Lits. Esta compañía, creada en 1872, había sido la primera en Europa en introducir coches cama y vagones restaurante en los trenes. De ésta manera, el 4 de Octubre de 1883, la compañía inauguró el entonces bautizado Express d'Orient. En la época, el tren salía dos veces por semana de la estación del Este (Gare de l'Est), en París, y terminaba en la ciudad de Giurgiu, en Rumania, pasando por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest. De Giurgiu, los pasajeros eran transportados a través del Danubio hasta la ciudad de Ruse, en Bulgaria. De allí otro tren los llevaba hasta Varna, donde podían tomar un ferry para Estambul.

Conocemos el contenido de uno de los primeros menús servidos a bordo (10 de octubre, 1882),  a saber:  ostras, sopa con pasta italiana, rodaballo con salsa verde, pollo a la cazadora', filete de ternera con patatas "château"', "chaud-froid"de animales de caza, lechuga , chocolate con leche y buffet de postres, sin duda ¡una delicia!.
 
La vieja estación de Estambul
y el museo a la izquierda

En 1885 el Expreso de Oriente ya contaba con salidas diarias de París a Viena, desde donde, además de las dos salidas semanales hasta Giurgiu, se creó otra alternativa, que salía de Viena hasta Nis, en Yugoslavia (actual Serbia), pasando por la capital Belgrado. De Nis, como los caminos ferroviarios en Bulgaria estaban incompletos, los pasajeros cruzaban la frontera usando carruajes hasta la ciudad de Plovdiv, donde tomaban otro tren hasta Estambul.

En 1889 se termina la línea hasta la propia Estambul. En esa época, el servicio diario de París comenzó a ir hasta Budapest. Tres veces por semana el tren se extendía hasta Estambul, pasando por Belgrado y Sofía. Incluso en Budapest, una vez por semana el servicio iba hasta Constanza, en el Mar Negro, pasando por Bucarest. En 1891 el nombre oficial pasó a ser Orient Express.


"Eligiendo menú" dos jóvenes comensales KuanUm!
Los que aún a principios de la década de 1980 tuvimos la fortuna de viajar en el heredero de éste tren, recordamos bien la experiencia (te acuerdas, Marisol), la compañía de sus pasajeros de primera, ataviados con sombreros tiroleses, la aventura de un viaje sin duda singular, la imagen de cómo el hielo se extendía por alguno de sus vagones, al atravesar los gélidos territorios de una flamante vieja Europa, camino del próximo oriente... aunque en aquella ocasión, nuestro destino era Budapest .... 

Diversas piezas de vajilla metálica utilizada en el restaurante del tren


En nuestros días aún podemos disfrutar de manera callada del glamour de éste viaje, porque hace años que el Orient Express tiene su propio museo, en Estambul, en la estación que en su día fue el final de un trayecto.

En el lado europeo de Estambul, en concreto en la zona de Eminönü, se halla la estación de Sirkeci. La historia de la estación comienza cuando a finales del siglo XIX, el sultán Abdülaziz permitió extender el ferrocarril a lo largo de la costa del Mármara, hasta llegar al centro comercial de la que entonces era capital del Imperio Otomano.

El edificio principal se inauguró en 1890 y fue construido por un arquitecto prusiano, con un estilo arquitectónico ‘orientalista’. Esta inauguración coincidió con la prolongación del Orient Express hasta Estambul.

París, Estrasburgo, Karlsruhe, Stuttgart, Ulm, Múnich, Viena, Budapest, Bucarest, Varna… 80 horas para 3094 kilómetros, los de un tren mítico cuyo primer servicio fue despedido de París con los acordes de la Marcha Turca de Mozart.

Aún hoy, si tenemos la fortuna de visitar Estambul, podemos comer en un singular restaurante llamado precisamente Orient Express, que se encuentra en el mismo edificio de la estación de Sirkeci.  Éste lugar fue punto de encuentro de viajeros, periodistas y aventureros a partir de los años 50, cuando Occidente comenzaba a redescubrir la grandeza de Estambul.

El edificio de Sirkeci, que conserva su encanto original, se encuentra en el corazón turístico de Estambul.
Entre los fondos del Museo podemos contemplar con nostalgia las delicadas vajillas que podían disfrutar los pasajeros acaudalados en su restaurante, mientras gozaban del paisaje en éste viaje que el tiempo, determinante él, no podrá borrar nunca de algunas retinas.


Imágenes de los diversos objetos conservados en relación con este mítico tren

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