martes, 18 de mayo de 2010

KUANUM EN LA XV FERIA IBEROROMANA DE CABRERA DE MAR (MARESME)

El próximo domingo 23 de mayo, las calles de Cabrera de Mar se llenarán de gentes vestidas "a la romana" para celebrar una vez más la Feria iberoromana del municipio. Además de maravillarse ante los productos de la huerta y las flores que se cultivan en aquel lugar, los que asistan a la propuesta lúdica se sumergirán de pronto en el rico pasado histórico del lugar.

Es un ejemplo de recreación histórica que de una forma sencilla y festiva permite acercar al público una historia más reciente de lo que en ocasiones nos parece.

Primero, desde el poblado de Burriac que domina erguido el territorio, sus pobladores, podían controlar todo aquel espacio, y aunque se empezó a ocupar en el siglo VI a. C., no fue hasta el siglo IV a. C. cuando alcanzó su papel político, y también cuando construyó sus murallas y su trama de calles. Este poblado ocupó una superficie de entre 7 y 10 ha. y es uno de los núcleos urbanos ibéricos de mayor extensión del país. Hasta finales del siglo III a. C. el poblado de Burriac conservó su hegemonía política y su poder económico basado en el control de los centros productores de trigo de la plana del Vallès: ésta riqueza viene reflejada por los ajuares que hay en las tumbas de nobles y guerreros, que se han encontrado en Can Rodón de l'Hort, en Can Ros y el Turó dels Dos Pins. En este último lugar se construye además durante la mitad del siglo III a. C. una imponente torre de vigía y defensa de un punto estratégico. Después de la 2 ª Guerra Púnica (218-207 a. C.), entre Roma y Cartago, y la consecuente victoria romana del estado romano decidió controlar políticamente los territorios de las naciones iberas. La torre dels Dos Pins se desmonta y las necrópolis de guerreros se dejan de utilizar. Es en este momento también cuando comienzan a aparecer algunos pequeños núcleos agrícolas en la llanura, como son Can Bartomeu y, sobre todo, el núcleo de Can Modolell.

Si el poblado de Burriac había sido el centro político hasta ese momento, a partir de entonces el estado romano decidió construir un nuevo centro político y administrativo en el Valle de Cabrera, que fuera la residencia tanto del gobernador como de sus delegados, los cobradores de impuestos, funcionarios, así como de las elites indígenas que habían alcanzado el grado de confianza o integración necesaria para los itálicos.

Esta ciudad layetana ocupó una superficie de casi 1 ha., y la conocemos hoy en día con los nombres de Ca l’Arnau, Can Mateu y Can Benet.

Las excavaciones arqueológicas han permitido documentar estructuras importantes, como son las termas públicas, que son hoy por hoy, las más antiguas de la Península, y también nos han informado de que este núcleo se abandonó de forma voluntaria hacia los primeros decenios del siglo I a. C., seguramente con el proyecto de fundar una nueva ciudad más grande y más cerca del mar, que se llamó Iluro, hoy en día Mataró.

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