martes, 3 de marzo de 2009

En honor de tres brigantinas de más de 1.600 años ...



En honor de los coruñeses de la época romana

La exposición “Rostros Brigantium”, que hoy se clausura en el mirador del monte de San Pedro, incluyó ayer la recreación de los ritos funerarios romanos, con los que se rindió homenaje a los primeros pobladores de A Coruña, que constituyen el motivo central de la muestra. Los asistentes degustaron diferentes alimentos preparados al estilo de la época y participaron en el banquete de homenaje al difunto, que se ajustó a las costumbres que eran habituales durante los siglos IV y V.
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“ROSTROS BRIGANTIUM” CLAUSURA DE LA EXPOSICIÓN

Ritos romanos en honor a las coruñesas más antiguas

REPORTAJE DE CAROLINA REGUEIRA
Como broche de oro a la exposición “Rostros brigantium” que se clausura hoy en el monte de San Pedro, una familia de otro tiempo invita a los coruñeses a conocer un poco más de cómo se vivía, o más bien, moría, en la Brigantium de los siglos IV y V. El mirador del monte de San Pedro se convirtió ayer en una especie de máquina del tiempo y consiguió que todas las personas que acudieron a ver la exposición “Rostros brigantium” se encontrasen de repente en la A Coruña romana. Los culpables de este fenómeno fue la agrupación catalana “KuanUm!” que recrearon los ritos funerarios de la época y las costumbres culinarias. El motivo de que esta familia se desplazara a Brigantium se debe a la clausura de la muestra que finaliza hoy con otros dos pases, uno a las once de la mañana y otro a la una de la tarde, después de que unas 7.000 personas la hayan visto.
El viaje en el tiempo comenzó con las presentaciones y el reparto de unas gotas de agua de rosas entre los invitados para darles la bienvenida a su hogar. “El perfume por excelencia del mundo romano”, explicaba el padre de familia. Gracias al olor, el público, que empezó la visita frío, comenzó a integrarse en el ambiente de la época y, poco a poco, gracias al resto de elementos que tuvieron que ir sujetando -pan y vino para el banquete y rosas en honor al difunto-, se fueron dejando llevar por esta familia romana que los guiaba entre los siglos IV y V -en los que se cree que vivieron los cuerpos de la muestra-.

Llegó el momento de hacer la “lemuria” un rito con el que se intenta espantar a los lemures y larvas -personajes del inframundo- , pero para ello es necesario un “pater familias” y se eligió uno de entre el público. El voluntario fue vestido con una toga blanca, el color del luto, de gran tamaño -algo más que una sábana- aunque el guía aclaró que esta pieza se correspondía con la época republicana, ya que las del Imperio Romano eran el doble de largas y anchas. Ya vestido para la ocasión, el padre realizó un conjuro con habas negras y tras él se procedió a la “caristia”, una especie de banquete ceremonial.

Fue entonces cuando realmente los participantes se trasladaron 1.600 años atrás gracias a los olores, sabores y hasta ruidos propios de una cocina romana. Y es que fueron ellos mismos los que con morteros realizaron una receta antigua de sales condimentadas que se pudieron llevar para casa y a las que se le atribuían propiedades medicinales, especialmente digestivas.
Ya en la mesa -en la que se reservaba un espacio para los fallecidos- no había grandes manjares pero sí todo tipo de salsas romanas: “moretum” con ajo y apio, semilla de amapola con miel, etc. Entre las bebidas: vino, cerveza o “cerea”, "aqua mulsa inveterata", el famoso hidromiel de Astérix y Obélix y el “mustum” sin alcohol para los niños. Todo un viaje a través de los sentidos por la historia romana.

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